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Ave Fénix

Creo que me voy a tatuar a ese ser mitológico que renacía entre las cenizas de su predecesor... Llevo años resurgiendo, haciendo que mis lágrimas sean curativas (como en el caso del Ave Fénix) y con una fuerza sobrenatural.


¿Recordáis que escribí el post de vulnerable? sabía que caería, que me haría daño de nuevo pero aún y así me lancé a la piscina. ¿Qué pasó? pues que esa piscina era un espejismo. Era algo que yo vi pero que en realidad no existía. Os cuento...


Chica conoce a chico, chico parece interesado en chica y chica (que tener buen ojo para los hombres no es una de sus virtudes) se lo cree. Chica (tonta) se ilusiona, le cuenta a sus amigas que ha conocido a un chico súper mono... y ellas se ilusionan también. Como nos ha pasado a más de una, el chico parece que no era tan mono como chica creía que era y se da de bruces con la realidad. Una vez más.


Este inicio de publicación lo escribí hace 2 meses. No terminé porque no tenía muy claro cómo me sentía o si quería hablar abiertamente de cómo estaba o de cómo me había vuelto a equivocar. Sí, soy la reina de la incoherencia ya que en todas las publicaciones hablo de mis emociones. Pero ha pasado tiempo prudencial para tomar distancia, relativizar lo que sentí, curarme las grietas y darme cuenta que esta vez no tengo la sensación que ha sido "por mi culpa"... simplemente no era la persona, o el momento, o simplemente, no tenía que ser.


Desde ese momento en el que dejé de culparme por todas las veces que algo no salió como yo esperaba, me siento mejor. Liberada, relajada, más segura de mí misma y estoy feliz con la persona que soy.

Una vez, un elemento que pasó por mi vida, me dijo que era mala en un intento de ataque personal. ¿Mala? Qué más quisiera yo que poder comprar un frasco de maldad como quien compra un redbull para despejarse. En fin... ataques gratuitos que quizás en su momento me afectaron pero de los que me río en la distancia cuando mis amigas me riñen por ser demasiado buena.


Buena, tonta, buena, tonta... me quedo con el buena. Son tantas las veces que he escrito que soy tonta que por unos cuantos años me lo creí. Ahora ya no. Si puedo echar una mano, lo haré. Si puedo ayudar a alguien que me necesita, lo haré. Mientras escribo esto, visualizo a mis amigos más cercanos regañándome y pluralizando mis emociones: "no queremos ser amigos de esa persona", "no tenemos que aguantar esto", "no somos el kleenex de nadie". ¿Y qué hago yo? Pues ya lo sabéis... lo que siento mientras no me duela. Estoy en ese punto de mi vida.

Ese momento en el que he resurgido tantas veces de entre mis cenizas que priorizo mi bienestar y eso que me hace sentir bien.


El martes le dije a una de las personas que más me ha importado en mi vida que no pensaba ir a su casa porque él consideró que era demasiado esfuerzo acercarse a la mía para poder vernos cinco minutos. Sin embargo, la misma distancia (que es poca), la tenía que recorrer yo para verle a él. ¿Cómo? No nene, no... Esta personita normal que ha conseguido respetarse no va a hacer lo que lleva 20 año haciendo: correr cuando él aparecía. Ya no.


Hubo una bruja a la que fui cuando era joven que me dijo que tenía una especie de muelles en los pies que me ayudaban y me ayudarían a salir de cualquier hoyo en el que me encontrara. Y es cierto. Mientras escribo, mi hijo me ha dicho "pero si estás bien, estás sonriendo ¿por qué escribes si normalmente lo haces cuando estás triste?" . Pues hoy no es el caso.

Y después de 40 años no sé qué me ha hecho cambiar tanto de actitud, me siento bien, muy bien. Tranquila creo que es la palabra y, sobre todo, tengo claro qué actitudes me duelen y qué voy a no consentir. Y no voy permitir quemarme de nuevo aunque sepa que, si pasa, volveré a resurgir.


Ser una vela no es fácil, para poder iluminar, debes quemarte primero.





 
 
 

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