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Hoy me han dicho que soy magia

Actualizado: 19 jul 2021

Y es una de las cosas más bonitas que alguien puede decir a otra persona. ¿Cuál ha sido mi reacción? Risa nerviosa, un tímido gracias y un "no es para tanto". Sí, me lo han dicho porque he echado una mano en un tema en el trabajo, por lo que magia tampoco he hecho.

Pero me ha dado por pensar... ¿por qué tenemos tendencia a creernos las críticas pero no sabemos gestionar los cumplidos? y lo digo en plural porque lo he visto en repetidas ocasiones.

Alguien nos dice algo malo y lo creemos a pies juntillas, y si no nos lo creemos, nos paramos a pensar en la razón por la que nos han dicho eso negativo. Sin embargo, cuando se nos dice algo positivo, intentamos siempre minimizar ese cumplido.

"Me encanta cómo te queda el pelo". Respuesta tipo: "pues no me hecho nada diferente". Algunos pensarán que es por modestia, pero yo creo que no estamos acostumbrados a que nos digan cosas buenas porque en general, las damos por hechas. Pensamos que la otra persona ya sabe que le queda bien el pelo, por lo que no es necesario manifestarlo en voz alta. Y así, creamos una cadena de no decir lo que nos gusta de las personas pero nos creemos con el derecho de decir aquello que nos disgusta de los demás.


De un tiempo a esta parte, y totalmente de forma inconsciente, he decidido decir a la gente todas aquellas cosas positivas que veo en ellas. Estoy cansada de un mundo en el que sólo se puede criticar, apuntar con el dedo y mofarse de los fallos de los demás. Pero no estamos preparados para escuchar cuales son nuestros puntos fuertes a ojos de los demás, no sabemos potenciar nuestras virtudes y mucho menos encajar palabras bonitas inesperadas. Y me da rabia. Mucha.


¿En qué momento de nuestra vida dejamos de creer en nosotros y nos creemos lo que nos dicen los demás?

Mi hijo de 7 años me dice "yo soy bueno en mates", y lo es. Y lo admite y me parece precioso que lo haga. A medida que nos hacemos mayores, parece que esté mal admitir que somos buenos en algo. Se nos ha metido en la cabeza que es de ser pretencioso el reconocer que hay cosas que hacemos mejor que otras. En cambio no pasa nada si digo que canto fatal. Es un hecho, no sirvo para cantar pero me pone de mal humor que en una cena yo pueda decir entre broma y broma que esa no es una de mis habilidades, pero que no esté bien visto que diga que hago bien... ¿Qué hago bien?. ¿Por qué puedo enumerar sin pestañear eso en lo que fallo pero me quedo en blanco cuando tengo que hablar de mis habilidades? Pues porque desde siempre se nos ha remarcado eso para lo que no servimos.

Siguiendo el ejemplo de cantar, aunque cuando voy a un karaoke tengo toda la actitud de diva, en mi mente está grabado cuando en los festivales del colegio las profes me daban el micrófono para presentar la actuación de la clase (parece ser que eso de hablar en público sí se me daba bien) pero me decían que no cantara, que moviera los labios. ¿tan mal cantaba como para eclipsar a 34 niños que sí que lo hacían bien? pues entonces, es normal que cuando alguien me pide que tararee una canción, me vuelva pequeñita y salga la niña a la que hacían mover los labios.

Anoche estuve hablando con una amiga y me dijo que le habían dicho que ella no es consciente de lo guapa que es. Lo es y a mi me lo parece mucho, pero ella se siente incómoda con los cumplidos independientemente de quien procedan. Evidentemente, no es lo mismo que te lo diga una amiga, un compañero de trabajo o alguien que te acaba de conocer.

Es cierto que los halagos sobre el físico pueden resultar embarazosos, dependiendo del momento, de la persona que lo hace y de la persona que lo recibe, pero ¿por qué seguimos sin aceptar que somos divertidos, ocurrentes, inteligentes o generosos? Si una persona se toma la molestia de decir eso bueno que ve en ti (que no significa que tú también lo veas), será que realmente es así.

Y luego llega ese momento en el que cuando alguien me dice algo bonito o bueno yo contesto: "es que no eres objetivo, porque me quieres." Precisamente, las personas que te quieren son las que no sólo te regalan los oídos, son las que te dicen que el vestido te queda mal o que se nota que te has cortado el flequillo en casa. Y me parece totalmente necesario tener ese tipo de personas en mi vida, personas que con todo el amor del mundo me dicen las cosas malas para que las mejore. Mi madre es un ejemplo de eso, es la única persona con la que me gusta ir de compras porque sé que me dirá, sin tapujos, que algo no me queda bien pero no como una crítica destructiva si no como algo totalmente constructivo.

Y tras esta reflexión, sigo sin entender el porqué de nuestras inseguridades a la hora de aceptar cumplimientos. Una amiga me mandó una publicación el otro día en la que decía que todas nos deberíamos ver con los ojos que nos ven nuestras mejores amigas, y es cierto. Yo soy totalmente subjetiva con las personas que me importan. Una vez entran a formar parte de mi círculo se convierten en personas imperfectamente perfectas.

De hecho, hay varias canciones conocidas sobre el aprender a valorar todo eso bueno que tenemos y que somos capaces de ver en los demás pero incapaces de ver en nosotros mismos. Bruno Mars cantaba "eres perfecta de la manera que eres." Por lo que es generalizado el hecho de no saber gestionar los cumplidos y de no ver todas esas cualidades que tenemos, que quizás no son las que desearíamos tener, pero son las que hay y debemos amar, respetar y potenciar. Y si alguien nos dice que somos magia, luchar para seguir haciéndola día tras día.

"Si tú eres fea, yo también lo soy. En tus ojos, el cielo es de un azul diferente. Si te pudieras ver a ti misma de la manera que te ven los demás, desearías ser tan bonita como eres tú." Ugly. Bon Jovi
 
 
 

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