top of page

La manipulación de los recuerdos

Uno de los recuerdos más divertidos que guardo de mi época embarcada, y puedo asegurar que fue una época muy divertida, fue cuando un pasajero mío perdió su oreja. En mi memoria sigue intacto el momento en el que desde recepción me llamaron informando que tenía a un cliente esperando para ir al hospital que teníamos a bordo. Recuerdo que me sorprendió y me pareció muy gracioso, recuerdo que llamé a mis dos compañeras inseparables para contarles lo que me habían dicho mientras mi pobre pasajero esperaba. Recuerdo que bajé riendo, encontré al señor desorientado y le acompañé al hospital. Recuerdo las risas de las enfermeras cuando le atendían mientras yo me aguantaba las ganas de reír. Recuerdo cuando le taparon la oreja con un apósito y al intentarle poner las gafas no encontré un soporte para la patilla y le quedaron torcidas. Recuerdo lo surrealista que era todo. Pero si volviera a encontrarme al cliente, no le reconocería. No me acuerdo si era alto o bajo, si tenía pelo o no, no recuerdo absolutamente nada de la persona que generó una de las anécdotas más curiosas y divertidas de mi vida.


Mi familia utiliza mi memoria para situar hechos, reuniones y celebraciones. Me preguntan y empiezo a tirar de un hilo mental que permite que, a raíz de cómo llevaba el pelo en esa época, pueda poner fecha a una foto. Sin embargo, no soy capaz de recordar las caras de personas que hace tiempo que no veo. Me pasaba de pequeña, no recordaba la cara del niño que me gustaba si no le veía durante una semana. No olvidaba lo que sentía, pero no sabía qué cara tenía.

Creo que no sería capaz de hacer un retrato robot de la mayoría de personas que han pasado por mi vida. Eso no significa que no me acuerde de ellos, simplemente, puedo rememorar conversaciones enteras, momentos que casi nadie recuerda, olores, sensaciones... pero en mis recuerdos, las personas no tienen cara aunque sepa que son ellas. En mis sueños me ocurre lo mismo.


Y me siento orgullosa de esa parte de mi cerebro que guarda información que a veces es totalmente innecesaria, pero a la vez me asusta pensar cómo ese mismo cerebro edulcora, modifica o manipula mis recuerdos.


Es como si en el mundo de los recuerdos todo se volviera de color de rosa. Evidentemente hay capítulos más oscuros, pero mi cerebro ha intentado pintar encima de ese color negro. Tengo un diario negro (literalmente) donde hay plasmadas situaciones y palabras que, supongo que como mecanismo de autodefensa, he olvidado. Cuando las leo, me parece que las ha vivido alguien que no soy yo. Como si fuera una mera espectadora de esos capítulos de mi vida. Como si fuera un libro que alguien escribió sobre otra persona desconocida para mi yo del presente.


Volviendo a los recuerdos de color rosa... creo que no soy la única que tiene una imagen distorsionada de ciertos momentos de su vida. Ese primer beso de verdad, por poner un ejemplo. Para mí fue un momento inolvidable, ese momento, esa frase previa al beso, ese martini con limón compartido en la barra de una discoteca de pueblo... fue tan especial que probablemente no recuerdo que nos empujaban por todos lados, que hacía un calor insoportable ese julio o que olíamos al kalimotxo que nos habíamos estado bebiendo antes. Mi cerebro decidió almacenar la parte maquillada del momento. Punto para mi cerebro.


Siempre he dicho que tuve una relación con mis padres muy buena, que no fui una niña problemática. El otro día mi madre me recordó que hubo una vez que hice la maleta y estaba convencida de irme de casa. ¿Por qué? Ni idea. ¿Qué desencadenó esa reacción en mí? Ni idea. ¿Qué pasó después? Ni idea. Ese momento está borrado de mis recuerdos. Otro punto para mi cerebro.


Un día una amiga me dijo que no entendía cómo todavía quedaba con ella si me había plantado las últimas veces que habíamos quedado. La miré como si no supiera de qué me hablaba. Ciertamente, no sabía qué me estaba diciendo. No recordaba que me hubiese plantado, supongo que en su momento pensé que sus motivos debería tener y borré cualquier atisbo de mal humor que eso me hubiera llegado a provocar. Un punto más para mi cerebro.


Y tengo claro que los recuerdos no son objetivos. Yo sé que recuerdo lo que quiero recordar. Obviamente, hay momentos que preferiría olvidar pero están grabados a fuego y con cicatriz incluida, por lo que me he resignado a tenerlos entre mis recuerdos rosas, esos recuerdos que conservo entre algodones porque en algún momento decidí moldearlos a mi gusto. Intento recordar siempre lo mejor de cada persona, de cada situación, me gusta ver la parte positiva de cada momento, así que supongo que las neuronas encargadas de almacenar la información tienen el filtro (generalmente) bien puesto y no permiten que las cosas negativas queden enquistadas en mi hipotálamo.


Porque hay personas que borran los malos recuerdos; hay personas de las que sólo recuerdas las cosas buenas y hay personas que con una sonrisa te hacen recordar día tras día que merece la pena tener recuerdos (aunque sean manipulados) con ellos. Y por muchos más momentos edulcorados.



 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

2 Comments


sara campos
sara campos
Jul 29, 2021

Los recuerdos son muy selectivos, normalmente nos quedamos con la esencia de lo que pasó en algún momento determinado, haciendo que no haga demasiado daño, (aunque en el momento fuera lo peor del mundo), sorprendentemente somos parte de todos esos momentos vividos tanto buenos como malos, y los recuerdos se quedan ahí, en mi caso, las caras nunca se me olvidan aunque no haya intercambiado ni una palabra con esa persona..., pero mi memoria fotográfica no me falla..., de ahí un "yo a ti te conozco..." :P

Like
Persona Normal
Persona Normal
Jul 29, 2021
Replying to

Y de mi poca capacidad de recordar caras viene un "pues no sé de qué"... :p

Like
Publicar: Blog2_Post
  • Facebook
  • Twitter
  • LinkedIn

©2021 por Blog de una persona normal. Creada con Wix.com

bottom of page